Les Halles

El solar resultante tras la demolición del mercado de Les Halles, obra emblemática del arquitecto Baltard en el corazón de Marais, uno de los barrios comerciales más concurridos de París, fue objeto de un concurso internacional convocado por el Presidente de la República Francesa.

El proyecto ganador del Taller de Arquitectura de Ricardo Bofill estructuraba el indefinido espacio existente como una forma rectangular, que a su vez era tratada como un gran jardín de esculturas geométricas “a la francesa”. Los elementos preexistentes que determinan los límites del solar  eran el edificio de la Bolsa, la iglesia de San Eustaquio y  los edificios de la calles Berger, Sauval, Clemence Royer y Coquillière. Para completar el marco que rodeaba este espacio verde rectangular y garantizar su coherencia, se sugirió una construcción en forma de U, rodeando el perímetro de las calles Rambuteau, Pierre Lescot y Berger.

La vegetación, más densa y exuberante en los proyectos iniciales, rodeaba  un espacio central de forma ovalada en los primeros planos, y en forma de un anfiteatro en el proyecto final. Este espacio central fue diseñado para ser polivalente: un lugar de encuentro por excelencia y un entorno natural para la celebración de espectáculos al aire libre. Su carácter dramático, en consonancia con la mejor tradición barroca, permitía a los ciudadanos ser al mismo tiempo actores y público. El esquema presenta dos ejes perpendiculares centrales que se extienden a lo largo del parque. La condición de respetar la situación  del centro comercial en el famoso “trou”, un agujero cuadrado en la esquina sur-este del terreno, dificultaba en el proyecto final el desarrollo de un eje transversal.

El muro exterior del jardín encierra un bosque geométrico, que evoca un inmenso edificio vegetal, cuyas filas de pilares (los troncos barrocos de los árboles) sirven de apoyo a arcos abovedados y dinteles de vegetación que generan caminos bajo las ramas. Además, contiene pequeñas plazas abiertas únicamente hacia el cielo, y rincones escondidos en un laberinto de múltiples caminos.

El límite interior del bosque está marcado por una columnata delgada, cubierta y transparente que se rompe en medio de una alfombra de vegetación,  creando un pasaje y perspectiva que se corresponde con el segundo eje del proyecto.

El espacio definido por este peristilo ofrece un volumen adecuado para el desarrollo de las distintas actividades. La cubierta es un paseo al aire libre, concebido como un museo de esculturas cinéticas que mira hacia el paisaje urbano y  hacia el mágico espacio central.

El uso de materiales cálidos que embellecen el proyecto, como la piedra y el ladrillo, permitió al equipo jugar con los contrastes y las construcciones anecdóticas con el fin de producir un concierto de ritmos, contrapuntos y fugas.

El marco y el telón de fondo de la perspectiva a lo largo del eje principal están formados por una única construcción escultórica, con un pórtico de doble altura, con el fin de armonizar con el entorno, creando calles cubiertas. Su estructura permite  la organización de una o más actividades lúdicas y culturales a la vez,  tanto privadas como públicas.

Escaleras monumentales permiten el acceso a una terraza con vistas al jardín, a la columnata, al edificio de la Bolsa y al horizonte de París.

La Fontaine des Innocents está en el centro de una pequeña plaza de carácter más íntimo,  vinculada con los pórticos de la fachada posterior de la Maison des Halles en la calle Pierre Lescot y con la calle cubierta, eje de las futuras construcciones.