La Place du Nombre d’Or

La decisión de las autoridades municipales de la ciudad de Montpellier de dirigir la ampliación ordenada de la ciudad hacia el este tenía como objetivo equilibrar el centro de la ciudad e integrar las riberas del río Lez al tejido urbano. “La Place du Nombre d’Or”, es el primer proyecto construido por el Taller de Arquitectura en Montpellier, un proyecto que sirvió de referencia arquitectónica y que generó el desarrollo coherente de todo el barrio. Establecer la relación con el centro de la ciudad, y especialmente con el “Polygone” (un área con escasa relación con el centro), era uno de los desafíos más importantes con que el Taller tuvo que enfrentarse.

El carácter simbólico de “La Place du Nombre d’Or” radica en el hecho de que marca el principio del eje urbano del nuevo distrito de Antigone y de que fue el primer edificio construido tras un período de casi 20 años.   Los principios geométricos de armonía, basados en el Número Áurico, subyacen en cada una de las líneas y de los detalles, en el conjunto y en las partes, siguiendo el principio esencial del Renacimiento de la perfección y la belleza. La rigurosa estructura de la Place du Nombre d’Or contrasta con el caos urbano del entorno.

Las unidades residenciales se sitúan a los largo del perímetro de la plaza. Los edificios están construidos sobre una plataforma pavimentada que se integra en la plaza y se extiende hacia las zonas ajardinadas que rodean la trama urbana existente.

La planta de la plaza, un arquetipo clásico, distribuye los 288 apartamentos en tres semicírculos, cuatro esquinas y una puerta de entrada al complejo. Los semicírculos están formados por módulos cuadrados de 12 x 12 m distribuidos de acuerdo con la geometría del decágono. Cada módulo, con planta baja y seis plantas, consta de dos apartamentos por planta. Para la circulación vertical se aplicó el mismo sistema que en el proyecto “Le Théâtre in Marne-la-Vallée”, con escaleras de emergencia dentro de una columna y un módulo triangular que contiene el ascensor, el cuarto de basuras y una de las habitaciones de los apartamentos. Sin embargo, aquí la curva es más cerrada, por lo que el módulo de circulación vertical está situado más cerca del centro de la plaza, creando un efecto exterior de viviendas individuales que contrastan con la continuidad de la fachada interior. Para los apartamentos de las esquinas y los del edificio “puerta” se adoptó una tipología especial.

Las fachadas consisten en pilastras y aberturas compuestas según un orden repetido de manera regular, y están coronadas por cornisas de sección parabólica. El friso está formado por una línea de vegetación que marca la transición entre la fachada y el cielo.  La cornisa, elemento de fuerte carácter arquitectónico, define las líneas horizontales de la composición y rodea el espacio central en su totalidad. La luminosidad de los tonos amarillo pálido del hormigón contribuye al resaltar el juego de luz y sombras de la fachada.

La disposición de los volúmenes permite dos lecturas distintas: desde el exterior, una articulación de viviendas independientes, desde el interior, una fachada continúa, que genera un espacio común. Estas dos lecturas se ven reforzadas por la utilización de dos escalas y órdenes distintos.